miércoles, 2 de diciembre de 2009

Artículo de opinión

Son las siete de la mañana de un lunes, cuyo termómetro dicta los seis grados centígrados en el caprichoso invierno malagueño. Estoy reventada, he estado todo el fin de semana trabajando en un curro temporal por el que me pagan un sueldo insultante, pero soy estudiante y tengo que callar; por no hablar del trabajo en el que cuatro niñas monas tenemos que ir dando patinazos durante ocho horas, intentando colar un folleto que no interesa a nadie, porque en ese papel no regalan nada sino al revés te intenta de vender.

En mi viaje rutinario en el autobús de camino a la facultad y entre el calorcito de las decenas de sobacos que me acunan, me pongo a reflexionar sobre las diferentes personas a las que les he entregado ese maldito panfleto y sus diversas reacciones. En primer lugar están las mujeres, da igual jóvenes, de mediana edad o ancianas, casi todas tenían la misma reacción, «intento huir de ti para que no me lo coloques», aunque también debo decir que algunas me lo cogían con una amable sonrisa.

En cuanto a los hombres, esto sí que era digno de un estudio sociológico, daba igual adolescentes, jóvenes, maduros o viejos, todos se te acercan con una sonrisa picarona y si te podían entablar conversación, pedirte el número de teléfono o echarte un piropo lo hacía y cuando te dabas la vuelta tiraban el panfleto.

Entonces me paro a pensar…esta maldita empresa no nos está contratando para que repartamos su publicidad, sino que no está contratando para atraer la atención del cliente y si de camino se leen el panfleto pues eso que ganan. Llegar a esta concusión me mosquea más que el sueldo que me pagan, porque a mí y a mis compañeras nos están utilizando como un cartel luminoso al que se le pegan los moscardones.

Así va el mundo y concretamente España, donde todo se mueve por la apariencia y la fachada. Un país en el que sus principales partidos políticos utilizan la figura de la mujer en sus gobiernos como un reclamo publicitario posando ligeras de ropa como mi amiga Soraya en los periódicos y revistas de mayor tirada nacional.

«Estamos avanzando», «la mujer tiene cada vez más derechos y libertades»... «mentiras»

Si la mujer tuviera todos los derechos que se merece, tendría una igualdad de sueldos, no tendría que esperar hasta los cuarenta años para tener sus hijos por miedo a ser despedida del trabajo, tendría más cargos en los trabajos, no sería acosada sexualmente por sus compañeros, se escucharía su opinión…

Así que vamos a dejarnos de engaños “bobos” y vamos a ser conscientes de lo que tenemos y de la realidad en que vivimos…así podremos luchar por nuestros derechos y libertades que es al fin y al cabo lo que nos va a ayudar en la vida y ponernos en el mismo nivel que nuestro género amigo.

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